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martes, 7 de agosto de 2012

El amor para los griegos

Tal vez el mejor resumen de las concepciones sobre el amor de los antiguos griegos sea “El Banquete”, de Platón, donde los comensales del festín, alguno de ellos borracho y otro algo afeminado, dieron su opinión al respecto.
Comenzó Fedro el pederasta diciendo que el amor es ante todo carnal, deseo violento y pasión amorosa, dando como ejemplo máximo el amor del hombre hacia el adolescente del mismo sexo. Horrorizado, Pausanias le responde que el amor celestial debe prevalecer sobre el amor corporal. Cuando le toca el turno a Aristófanes no puede hablar porque tiene un ataque de hipo, con lo cual pasa a opinar Erixímaco. Él concuerda con la dualidad del amor postulada por Pausanias, pero extiende la idea de amor a todos los seres del universo haciendo de él una fuerza cósmica.
Una vez repuesto de su ataque de hipo, Aristófanes plantea que deben justificarse tanto las formas ortodoxas del amor como sus desviaciones masculinas o femeninas, sobre la base de la inclinación o naturaleza individual de cada persona. Decidido a dar cuenta de este "todo vale", Aristófanes explica por qué hay formas rectas y formas desviadas del amor recurriendo para ello al mito de los andróginos. Según esta explicación, en los orígenes existían solamente seres dobles: estaban los andróginos (con una parte masculina y otra femenina), descendientes de la luna; también estaban los dobles-machos (con dos sexos masculinos), y descendientes del sol; y también estaban las dobles-hembras (con los dos sexos femeninos), descendientes de la tierra.
Cierta vez estos seres, debido a su soberbia, fueron cortados en dos mitades por Zeus, creando así los hombres y las mujeres, es decir, seres con un solo sexo. El rey de los dioses les advirtió que si perseveraban en su impiedad podían volver a ser cortados en dos mitades, pero que si eran piadosos, serían recompensados permitiéndoles reencontrar su mitad perdida. El amor no es más que este deseo por encontrar la otra mitad, restituyéndose así la unidad original: si un hombre ama a una mujer es porque busca unirse a ella y formar nuevamente el andrógino; si un hombre ama a otro hombre -por mencionar una forma desviada de amor- es porque busca la restitución del doble-macho, etc., y lo mismo pasa con el amor lesbiano. Todas las formas del amor (pederastia, heterosexualidad, etc.) son entonces legítimas, porque todas tienden a restituir la unidad original. Según esta teoría debería haber en el mundo un número par de homosexuales como así también un número par de heterosexuales, con lo cual teóricamente nadie correría el riesgo de quedarse solo.
Siglos más tarde, Freud reactualiza esta cuestión no menos polémicamente al afirmar que los niños son originariamente bisexuales -aunque biológicamente tengan un sexo definido- y que luego, como consecuencia de ciertas y determinadas experiencias infantiles, especialmente en relación a los padres, evolucionarán hacia la heterosexualidad, hacia la homosexualidad o persistirán en la bisexualidad. "Afortunadamente el mundo hace lentos progresos: hace sólo trescientos años me hubieran quemado", musitaba el creador del psicoanálisis en el fragor de los reproches victorianos.
El planteo de Aristófanes es criticado por Diotima diciendo que tiene una visión del amor como algo individual, perecedero y que no trasciende lo meramente terrenal. En realidad, un tal amor es un débil reflejo imperfecto de la Idea del Amor, universal, perfecta e imperecedera que probablemente originó la expresión 'amor platónico', siendo la tarea excelsa del hombre es la contemplación de esta Idea.
Luego de alguna que otra opinión, el último en hablar es Sócrates, la voz de la sensatez. El maestro de Platón hará una crítica global a todos, y propone que el amor es deseo de algo de lo cual se carece (por ejemplo, quien ama las cosas bellas es porque él mismo no es bello). Esta idea del deseo como carencia es el germen de los desarrollos posteriores que harán pensadores como Hegel.
Sócrates sigue diciendo que el verdadero amor, si bien busca poseer al amado no lo hace para autocompletarse al estilo del andrógino, sino para poder perdurar a través de la especie (fecundidad). El impulso erótico es, en última instancia, una manifestación del deseo de inmortalidad, y el hombre se siente feliz en el cumplimiento de ese fin.
Al amor se accede por diferentes grados, sigue diciendo Sócrates, que desde los más inferiores hasta el más superior son los siguientes: a) atracción por los cuerpos hermosos; b) enamoramiento de un solo cuerpo; c) enamoramiento de todos los cuerpos hermosos; d) preferencia de la belleza del alma a la belleza corporal; e) contemplación de la belleza en las costumbres y las leyes; y f) contemplación de la belleza de los conocimientos y de la belleza en sí. Según se progresa en esta ascensión, la fecundidad biológica y la espiritual aparecen en relación inversa, y todo concluye entonces en la contemplación de la belleza en sí, a través de una experiencia mística.
Pablo Cazau.

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